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La tradición del helado en Granada

¿Conoces la historia del helado en Granada?

En Granada no nos es ajeno el fuerte calor que caracteriza a la ciudad en verano. Para hacer más soportables estos días estivales, los helados son una buena forma de paliar el calor a la vez que se disfruta de un exquisito sabor. Actualmente en Helados Granada contamos con un catálogo de más 40 sabores para enamorar a todos los paladares. Pero, ¿cómo llegó el helado a la ciudad de Granada?

En el libro “Arte de repostería” (1747) de Juan de la Mata se hace mención a los primeros helados españoles con el nombre de ‘quesos helados’. Estos tenían un sabor parecido al de la leche merengada, ya que entre sus ingredientes principales estaban la leche, el azúcar, la canela y el limón.

Juan de la Mata es autor de las fórmulas más antiguas escritas en nuestro país para elaborar helado. Para ello se utilizaban heladeras manuales fabricadas con madera y corcho. Dentro de ellas se insertaba un cilindro de estaño u otro metal en el que se vertía la masa del helado. Entre las paredes de la heladera y el recipiente interior se echaban aproximadamente medio kilo de nieve y un puñado de sal por cuartillo de bebida, se mezclaba y se procedía después a hacer girar el cilindro interior bien tapado, hasta que su contenido se hubiese congelado a gusto del consumidor. La introducción de esta técnica en Europa se atribuye a Marco Polo, tras su expedición por Asia Central y China.

En cuanto a la popularización del helado, fueron los italianos los encargados de ello. En 1686, el siciliano Francesco Procopio dei Coltelli abrió en París el Café Procope, conocido como la primera heladería del mundo. A ella acudió el mismísimo rey Luis XIV para felicitarlo por sus helados.

Volviendo a España, posteriormente en el siglo XX, y antes de que existieran las fábricas de helados, los artesanos heladeros vendían estos productos en bares y especialmente en carritos ambulantes. En los años 30 surgieron los primeros establecimientos que fabricaban helados de forma industrial. Tras la Primera Guerra Mundial, en los años 50, la industria se modernizó y expandió y, a raíz de esto, nacieron varios fabricantes de helados.

Desde 1960 a 1969 aumentó el consumo de helados debido al despegue de la economía, aunque comerlos todavía se consideraba un lujo. Una tercera parte de ellos se consumían fuera de casa (en granjas, cafeterías o bares); mientras que el resto se tomaba de postre, normalmente en restaurantes. A lo largo de los años 60 aumentó el número de hogares con frigorífico y en 1965 se creó el Código Alimentario, que reguló las normas higiénicas en la producción.

En la actualidad, en España se consumen algo menos de 6 litros anuales per cápita, cifra todavía muy por debajo de la media europea.